La Mare es una cantautora gaditana enamorada de la música, los ritmos del mundo y la palabra. Su proyecto musical se enmarca dentro de esta imparable ola de canción de canción de autor y autora que encajan su poesía y su mensaje dentro de ritmos más frescos y experimentales, muy caracterizados por la fusión y el mestizaje.
Con cinco años de carrera musical a sus espaldas, La Mare ha recorrido sin descanso todos los rincones de la Península Ibérica y el sur de América Latina, llenando salas de renombre de muchas ciudades y con un directo que derrocha energía y mensaje. Ha compartido cartel y, en ocasiones, escenario con artistas tan reconocidas como Rozalén, Martirio, Eskorzo, Carmen Boza o Kiko Veneno, entre otros.
Con motivo del estreno de su nuevo álbum Mi raíz, charlamos con la artista.
Si pudieras cambiar algo en la industria musical, ¿qué sería?.
El monopolio de la música basura. Se invierte muchísimo dinero en músicas vacías y hacen que la mayoría de la gente escuche música vacía, cuando hay un circuito de música independiente que no llega a los oídos de la población media y que está lleno de verdad y de calidad. Hay artistas espectaculares que han tardado diez años en ser reconocid@s porque a la gente le llenan los oídos de música basura y luego no les cabe nada más. Somos el mensaje que escuchamos, ya sea por la televisión, por las redes o por las letras de las canciones, pero las palabras que consumimos están creando pensamiento, pensamientos que podrían cambiar tantas cosas… Pero a la industria no le gusta que seas demasiado crítica, o demasiado nada que se salga de la norma.
Actualmente cuentas con la friolera de 28.319 oyentes en Spotify y 13.200 suscriptores en Youtube. ¿Cómo ha sido tu periplo por las plataformas de streaming y descarga?
La primera plataforma que usé fue YouTube, a la que subí mi primera maqueta, que grabé en casa y que autoproduje. También iba subiendo vídeos de mis primeros directos, de grabaciones caseras… En esos momentos no tenía mucho alcance, pero fue cuando grabé tres vídeos con otra cantautora, Eva Sierra, compañera musical hoy día, que se empezaron a disparar las cifras y eso afectó mucho a mi carrera musical. Un vídeo con muchas visualizaciones pudo transformarse en un lleno en un concierto. Es increíble y es muy bonito ver como tu música empieza a volar de esa forma, cómo empiezan a llegar los mensajes de cariño y emoción de la gente. El canal de YouTube Sesión de micros abiertos también me dió mucha visibilidad y, eso unido a las redes sociales y empezar a hacer conciertos sin descanso, fue lo que me posibilitó empezar a vivir de la música. Poco después saqué mi primer EP, Juntas y fue lo primero que subí a plataformas digitales, luego vino Sal, arena y mar y ahora Mi raíz.
Te vemos muy activa en redes sociales. ¿Qué importancia tienen estas para tu carrera?
Hoy día, las redes son vitales, más aún para las artistas independientes. Las redes son tu escaparate, tu manera de contarle al mundo en qué andas, que estás creando y que lo puedan escuchar y vivirlo contigo. Son también un espacio de cercanía con tu público, en el que contar detalles de las canciones, de las giras, de los trabajos de producción o incluso cuestiones más personales o emocionales que también a veces apetece compartir con el público, que es el que sostiene tu carrera y el que le da sentido a este camino musical.
Pero también son un arma de doble filo: pasamos mucho tiempo delante de las pantallas, MUCHO. A veces estamos más pendientes de los “me gusta” y del número de reproducciones que de lo que vamos a cenar esa noche, no nos vamos a engañar y eso hay que aprender a controlarlo y evitarlo. Yo intento dosificarme el tiempo de uso de móvil y me lo restrinjo en varios momentos del día, porque las redes son muy absorbentes.
¿Cuál ha sido el mayor obstáculo que te has encontrado desde que empezaste en la música? ¿Cómo lo superaste y qué consejo les darías a otros músicos que empiezan para sortearlo?
Lo más difícil para mí ha sido tener que hacerlo todo en los comienzos: cerrar bolos (que son infinitas horas de ordenador y teléfono), hacer los carteles, llevar las redes sociales, organizar a la banda, las dietas, los alojamientos, conducir, hacer las cuentas… Mientras lo hacía, que fueron los primeros dos años de La Mare, no me daba cuenta de lo que suponía, pero sí me pasó factura con el tiempo. Dejar de hacerlo es muy difícil porque todos estos trabajos cuestan dinero y cuando estás empezando no tienes dinero para pagar: una diseñadora, un community manager, una road manager, un técnico, una gestoría... pero tienes que aceptar, sobre todo cuando empiezas a tener volumen de trabajo, que tu labor es cantar, componer y estudiar y que merece la pena cobrar menos y estar centrada y descansada.
A mí me cambió mucho la vida cuando apareció Mauka, mi oficina y actual sello, que me cierran los conciertos, me organizan las giras y me apoyan en cada paso que doy, orientándome y tomando decisiones conjuntas, teniendo siempre yo la última palabra. Ahí empecé a disfrutar del todo y descargué cientos de kilos de peso de mi espalda.
En resumen: trabajar en equipo, buscarte un buen equipo humano, afín a tí y que crea en tu proyecto. Esa para mí es la clave para sobrevivir en la cara B de este trabajo.
¿Qué tienes ahora mismo entre manos? ¿Qué proyectos te aguardan en los próximos meses?
Pues que el 29 de octubre ha salido el nuevo disco Mi raíz, libre para el mundo y, con él, 15 días después arranca la gira de presentación junto a mi banda. Parece que la situación por la COVID-19 nos está dando una tregua y ¡quizás hasta podamos bailar! Así que ahora, antes de que arranque la gira, estamos trabajando mucho en el directo, disfrutando muchísimo de llevar al escenario todas estas nuevas músicas y desbordad@s de las ganas de volver a girar con la banda al completo y tocar estas canciones en directo.
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